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Por Miguel García
El trabajo, y el salario que emana de éste, es una de las mayores expresiones de lo que algunos llaman el círculo virtuoso de la vida. Poder trabajar, y tener un trabajo, como dicen los abuelos es una de las mayores bendiciones, por ello, así como esto es una bendición, lo es también la ganancia que se obtiene.
Cada uno es responsable de lo que trabaja, como trabaja (no tanto de lo que gana) pero si de cómo lo invierte o mejor dicho como lo gasta.
Ese es uno de los placeres de la vida: el poder tener autonomía para disfrutar el producto de nuestro trabajo.
Con esa premisa no debería generar controversia la suntuosa boda, por decir lo menos, del todavía secretario de Movilidad del Estado de México, Daniel Sibaja en la que algunos advierten el funcionario se gastó 5 millones de pesos.
Sin embargo gran parte de esos recursos como funcionario y diputado, el morenista lo hizo enarbolando la bandera de la austeridad… ahí está el dilema.
Como bien lo dijo la presidenta Claudia Sheinbaum, los funcionarios que integran este movimiento de la 4T deben replicar con el ejemplo la premisa de la austeridad, de lo contrario se vuelve solo en un discurso hueco para ganar votos.
Si no creen o viven lo dicho por el expresidente de que como funcionarios públicos deben vivir en la “justa medianía”, y si aquello que les llama es el “dispendio” será el mejor momento que se bajen de esta cuarta transformación y pasen a enarbolar otras banderas.
