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“Amarrar navajas”, destruirlo todo, o mía o de nadie, ¿qué tienen en común estas frases?: la destrucción ante la derrota que es precisamente lo que hemos visto en los últimos días, el llamado franco al intervencionismo, la invasión y hasta el bombardeo del territorio nacional.
Nuestra Constitución sanciona el delito de Traición a la Patria, entre otros motivos, por pedir la invasión extranjera en nuestro territorio y es justamente lo que han estado haciendo tanto líderes Panistas como pseudo intelectuales apoyados por los medios corporativos, tomando como pretexto la violencia narca desatada a raíz del “secuestro” del Mayo Zambada.
Empoderados por la elección de Trump, pretenden que éste tome las armas y entre a saco en nuestro territorio y “destruya a Morena” …y al país. Es lamentable que el odio les impida ver que la destrucción que claman en nuestro territorio los afectaría también a ellos; un país inestable no solamente se centraría en un partido político sino literalmente en toda la población. Independientemente de que su petición es inviable, vale la pena tomar nota de las violentas declaraciones que los pintan de cuerpo entero.
Perdieron por su ineptitud, por no tener cuadros, ni proyecto político ni una forma de gobierno que ofreciera algo más que la llamada 4T dio a los mexicanos en un sexenio y aún así, se ufanan, Marko Cortés específicamente de ser la “segunda fuerza” política del país; una fuerza por demás disminuida, con solamente 4 estados que por cierto no han perdido la oportunidad de realizar privatizaciones de agua, desalojos y obras faraónicas que solo benefician a unos cuantos pero que dejan endeudados a sus respectivos estados.
El clima de odio puede y debe ser frenado, esos discursos van más allá de una simple opinión, se hacen desaforadamente en la cámara, en los medios públicos y en las redes, incitando a la violencia y sobre todo al intervencionismo.
Lo dije en una columna anterior: el odio es contagioso y las leyes deben ser aplicadas con responsabilidad, sin pisotear los derechos fundamentales, pero con la convicción de que, con la ley en la mano, se tiene que garantizar la paz social de los mexicanos.
Una política humanista no es la de puertas abiertas, sino aquella que ve por la justicia y la paz para todos.
Ana María Vázquez
Escritora/Dramaturga
@Anamariavazquez