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Por Eduardo López Betancourt
La presencia de autos con chofer, origen del establecimiento de los llamados taxis, ha sido el medio tradicional de movilización en las grandes ciudades; sin embargo, estos conductores se han convertido en una verdadera mafia, son abusivos, arbitrarios, mentirosos y explotadores, principalmente del turismo. Lo que es aún más grave, es que, detrás de estos abusos se encuentran autoridades corruptas que permiten esas prácticas, nótese, la relación entre taxistas y funcionarios públicos ha creado un círculo vicioso de corrupción e impunidad.
Entre las pillerías de los taxistas, tenemos cobros excesivos, información engañosa sobre rutas y precios, negativa a llevar pasajeros a ciertos destinos, robos y pérdida de equipaje, trato despectivo y discriminatorio. Como una alternativa, surgió Uber y otras plataformas que ofrecen precios transparentes y fijos, rutas optimizadas y eficientes, conductores evaluados y verificados y, lo más importante, seguridad y comodidad; sin embargo, los taxistas se oponen a esta competencia y han generado conflictos violentos en varios países, donde la corrupción y la impunidad han permitido que sus abusos continúen. Algunos ejemplos de ciudades con graves problemas son, Roma y Milán, Italia, insistimos, con cobros excesivos y falta de transparencia, París, Francia, los usuarios denuncian robos y pérdida de equipaje, Madrid, España, trato despectivo del personal y Cancún también con cobros excesivos y traslados forzados. Es hora de que las autoridades tomen medidas para proteger a los turistas.
Al respecto debemos exigir transparencia y rendición de cuentas, apoyo a servicios de transporte éticos y seguros, denunciar irregularidades y demandar acción gubernamental efectiva. No más abusos, ni más corrupción.