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Por Salvador Guerrero Chiprés
¿Realmente México y en particular la Presidenta Claudia Sheinbaum deben preocuparse por el triunfo electoral de Donald Trump en Estados Unidos?
Sostengo lo opuesto. La Presidenta sabe mandar y dirigirse a sus homólogos con la misma facilidad con la cual disciplinadamente comanda a su equipo de trabajo más cercano.
No habrá políticas intervencionistas ni supeditaciones, especialmente por esa cualidad de Sheinbaum y también por las prioridades geoestratégicas de Trump de ganar, muy probablemente, la presidencia estadounidense. Al asumir el mandato del país hegemónico, su agenda incluirá a México como aliado.
Tres temas han sido centrales en la campaña del republicano y de la demócrata Kamala Harris: migración, narcotráfico y comercio. Aun cuando es de esperarse un cambio en las declaraciones una vez concluida este martes la elección, Sheinbaum ha señalado la codependencia entre Estados Unidos y México.
La revista inglesa The Economist considera la cercanía geográfica con Estados Unidos como un factor de riesgo si Trump llega por segunda vez a la presidencia, según anticipan algunas encuestas.
Ante la eventual belicosidad e intransigencia trumpista, el liderazgo de Sheinbaum está preparado.
Frente a la narrativa de la violencia de los cárteles está el doble discurso desde EU reflejado en la debilidad en el control de adicciones o en la permisividad del millonario negocio de las armas estadounidenses. La paja en el ojo ajeno.
En la relación con Washington, Sheinbaum aclaró cuáles son los canales. El canciller Juan Ramón de la Fuente es el interlocutor oficial del embajador Ken Salazar, y junto con el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, establecerá los aspectos centrales de la renegociación del TMEC.
Sea Trump u ojalá, Harris, la Presidenta tiene cualidades de sobra para defender los intereses nacionales.