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Por Eduardo López Betancourt
A partir de junio de este año, las condiciones políticas del País han dejado en claro que Morena mantiene una presencia superior a la de cualquier otro partido, inclusive han cambiado la Constitución, haciendo modificaciones esenciales en el ámbito legislativo, donde lo más relevante será la inclusión de un Poder Judicial Federal sujeto a votación popular.
Dentro de este complejo tema de carácter político, debemos precisar que no existe oposición en México, la que aparece formalmente en la práctica no lo es, no se oponen a nada, no tienen proyectos, solo esperan sumarse a Morena. Nótese, el caso más evidente es la familia Yunes, poseedores un pasado vergonzante, lleno de traiciones y corrupción; México necesita una oposición seria, no porque Morena lo haga mal, sino porque es lo más sano. Cuando la democracia es de un solo partido, se rompe el esquema adecuado para manejar la cuestión pública, por lo que es necesario escuchar voces opositoras que sean realmente dignas y autorizadas.
Hoy por hoy, el histórico Partido Revolucionario Institucional (PRI) se encuentra manejado por un sujeto despreciable, sin autoridad moral; el Partido Acción Nacional (PAN) tiene una historia digna, pero no logró cambios significativos durante los dos sexenios que ocupó el poder; por lo que hace a Movimiento Ciudadano, es un partido sin plataforma ni propuestas concretas, solo está al acecho de beneficios económicos. Insistimos, la oposición en México no existe, los que se dicen opositores, son un grupo de sinvergüenzas que viven del erario y de las migajas que deja Morena.
México y en particular su democracia, reclaman un partido de oposición lo suficientemente serio, que constituya una alternativa ciudadana. Al propio partido en el poder le conviene tener una oposición sólida que dé cabida al diálogo para mantener la indispensable competencia para combatir circunstancias que sean un factor para alcanzar mejores metas y tal vez compartir ámbitos de poder que den lugar a una eficaz y relevante discusión democrática.