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Por Sebastián Ramírez Mendoza
Hace poco más de dos décadas que las y los capitalinos podemos elegir a nuestros gobernantes, y el pasado 2 de junio, por segunda vez elegimos a una gran mujer para encabezar el Gobierno. Una mujer de abajo, que viene de la lucha popular y del Movimiento de la Transformación. Todas y todos conocemos la historia de lucha de Clara Brugada, quien desde muy joven decidió mudarse a San Miguel Tepetongo y acompañar diversos movimientos que buscaban acceder a sus derechos desde la periferia de la Ciudad.
El proceso electoral no fue sencillo, Clara no solo se enfrentó a la misoginia que caracteriza a la derecha, sino también a la más grande mafia inmobiliaria que ha conocido nuestro país, a la corrupción blanquiazul que decidió anclarse en la capital en defensa de sus negocios ilícitos y que tanto ha dañado al Pueblo de la Ciudad. Su triunfo reivindica todo lo que siempre ha representado la Transformación, una Ciudad libre de discriminación, de libertades y derechos plenos y como lo dijo este fin de semana en su toma de protesta, una clara consigna: “arriba los de abajo”.
La Presidenta Sheinbaum inició una verdadera transformación en la Ciudad de México logrando lo impensable, reducir los índices de violencia pacificando el tejido social, conectar nuestro sistema de transporte para convertirlo en el mejor de todo México, y revolucionar conciencias haciendo la vida pública más pública, como nos enseñó Andrés Manuel López Obrador. Ahora toca el turno de una mujer extraordinaria que, con profundo amor a su Pueblo, presentó un proyecto para alcanzar la Utopía en nuestra amada Ciudad y que el Pueblo eligió.
Es un orgullo que una mujer como Clara Brugada llegue de la periferia al Ayuntamiento. Inicia el Segundo Piso de la Transformación en la Ciudad de México.