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Por Jorge Gómez Naredo
Llegó el día: Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la primera mujer presidenta de México. Llega con una legitimidad que ningún mandatario en toda la historia del país ha tenido. No sólo ha sido la presidenta más votada, sino que arriba con un amplio apoyo popular.
Es mucho el trabajo que se precisa hacer. Si bien es cierto la administración de Andrés Manuel López Obrador comenzó la transformación del país, aún hay que profundizarla.
Su discurso en la Cámara de Diputados, minutos después de haber tomado posesión como presidenta, fue un excelente discurso donde quedó claro que es una mujer de izquierda que viene a continuar un proyecto de nación que pone como eje de todo al pueblo de México.
Andrés Manuel López Obrador, que ha sido durante más de dos décadas del liderazgo más importante de la izquierda mexicana, se retirará y no volverá a tener apariciones públicas. Es un golpe fuerte para todos quienes lo han acompañado durante muchos años. Sin embargo, el legado que deja estará ahí y lo continuará Claudia Sheinbaum.
Que México tenga, por primera vez en su historia, a una mujer presidenta, es un hecho histórico que fue posible a la lucha de las mujeres. Y es que hay que recordar que en 1955 que por primera vez pudieron votar las mujeres en México, por ende, que hoy una mujer sea presidenta, significa mucho.
Ahora bien, Claudia Sheinbaum, como parte del movimiento lopezobradorista, sufrirá sin duda las campañas de guerra sucia de la derecha, que hoy, al no estar Andrés Manuel en la palestra política, pensarán que pueden hacer más daño con sus mentiras y sus falsedades.
Pero Claudia Sheinbaum es no sólo una política audaz y una buena gobernante, sino que también posee una enorme capacidad para resistir las campañas de guerra sucia en su contra.
El segundo piso de la transformación ha comenzado. Es tiempo de seguir sonriendo.