293 lecturas
Por Ricardo Sevilla
Durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, la estigmatización contra los representantes del movimiento estudiantil de 1968 fue una brutal estrategia de Estado.
Infelizmente, duele reconocer que aún carecemos de historias y reportajes que dimensionen y narren, con datos duros, la auténtica realidad del conflicto y el tamaño de la represión gubernamental.
Pero eso se debe en, gran medida, a que los medios de comunicación, en ese momento controlados y manipulados por el gobierno, apenas se atrevieron a cubrir tímidamente algunos de los eventos significativos que ocurrieron en esa hora aciaga; la Marcha del Silencio y la masacre de Tlatelolco apenas recibieron cobertura de parte de los medios de comunicación.
Pasado el tiempo, y más allá de las marchas que rememoran aquellos trágicos momentos, lo cierto es que esa indiferencia ante los hechos terminó configurando un enorme mural de tergiversaciones narrativas que terminaron anegando los periódicos y revistas afines al régimen diazordacista. Y con los gobiernos subsecuentes, el de Echeverría, López Portillo, De la Madrid, Salinas de Gortari, y los encabezados por el inocuo Fox y el inicuo Felipe Calderón, las marchas fueron toleradas con bostezos e indiferencia.
Sin embargo, es una punzante realidad que la represión contra algunos de los representantes más importantes y, auténticamente, destacados del movimiento estudiantil de 1968 fue sistemática e incluyó toda clase de detenciones arbitrarias y exilios forzados.
Y uno de los intelectuales que padeció esa estigmatización por parte del estado fue, no me cabe la menor duda, Sócrates Campos Lemus, un destacado intelectual del movimiento estudiantil de 1968, quien, en su momento, fue acusado, sin ninguna prueba, de haber traicionado al movimiento.
Y de ahí la importancia de lo que la presidenta Claudia Sheinbaum hizo en su primera Conferencia Mañanera: instruir a la titular de la Segob, Rosa Icela Rodríguez, a ofrecer una disculpa pública a nombre del gobierno federal a 56 años de la represión estudiantil de 1968. Y esa es la disculpa, de una u otra forma, también debería recibirla Sócrates Campos Lemus y su familia, tras haber padecido esta estigmatización de parte del Estado (priísta).