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- CDMX recuerda los terremotos de 1985 y 2017
- Izan bandera a media asta en el Zócalo
- Lágrimas en memoria de quienes perdieron a un familiar
JUAN R. HERNÁNDEZ
Ciudad de México.- A 39 años del devastador terremoto de 1985 y 7 años del sismo de 2017, la Ciudad de México rindió homenaje a las víctimas con una ceremonia solemne en el Zócalo capitalino.
La mañana del 19 de septiembre de 2024, el presidente Andrés Manuel López Obrador, acompañado de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, encabezó el izamiento de la bandera a media asta. Este acto, cargado de simbolismo, evocó el dolor y la memoria de una ciudad profundamente marcada por ambas tragedias.
El ambiente en la plancha del Zócalo era de total solemnidad. La enorme bandera ondeaba apenas con la brisa matutina, mientras los presentes mantenían un silencio respetuoso.
A las 7:20 de la mañana, López Obrador salió de la Puerta Mariana del Palacio Nacional con un semblante serio, acompañado por su esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, y una comitiva de altos funcionarios. Entre ellos, los secretarios de la Defensa Nacional y Marina, Luis Crescencio Sandoval y José Rafael Ojeda, el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, y las titulares de Protección Civil, Laura Velázquez Alzúa, y de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez.
Mientras la comitiva avanzaba hacia el asta bandera, el toque de silencio interpretado por miembros de las Fuerzas Armadas resonó en el corazón de la ciudad.
Las trompetas y tambores llenaron el aire, transportando a los presentes al 19 de septiembre de 1985 y 2017, cuando la Ciudad de México quedó en ruinas, pero su gente demostró una fortaleza incomparable en medio de la adversidad.
Los rostros de los asistentes reflejaban el peso de la historia. Algunos tenían los ojos llenos de lágrimas, recordando a familiares y amigos que perdieron la vida en ambos sismos.
En sus miradas se veía no solo el dolor, sino también la resiliencia que ha caracterizado a la ciudad durante décadas.
Tras el izamiento, López Obrador y Sheinbaum permanecieron en silencio frente al asta, rindiendo homenaje a las miles de víctimas. El viento y los murmullos de la ciudad que comenzaba a despertar fueron los únicos sonidos que acompañaron este momento de reflexión.
El acto concluyó con la misma serenidad con la que inició, dejando un sentimiento de duelo y esperanza entre los presentes.
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