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Por Eduardo López Betancourt
Como señalamos en el artículo anterior, el Ministerio Público es el representante social de buena fe.
Al sustituirse por Fiscales, estos deben responder a los mismos objetivos, representando al pueblo y, para lograr legitimidad, es indispensable que sean electos por voto popular.
La orientación que se le está dando al Poder Judicial Federal, implicará que su origen sea la voluntad de la sociedad, quien hará valer su decisión a través del sufragio. Sobre lo anterior, se han señalado sinnúmero de razones, inclusive se han expresado opiniones encontradas, pero al final, la elección de jueces mediante voto, es una realidad.
Debemos precisar, es indispensable que también los Fiscales, insistimos, sean electos por la comunidad.
La base para lograr una buena justicia, son los ámbitos de quien investiga los delitos y esta facultad la tienen precisamente las Fiscalías, de ahí lo necesario que sea el pueblo quien nombre a tan relevantes personajes. En la misma dimensión, se deben designar a otros funcionarios, como lo son quienes atienden renglones electorales, fenómenos de corrupción y otros temas de particular trascendencia. Así, dentro de la Reforma al Poder Judicial, resulta esencial incorporar la elección de Fiscales.
La función de las Fiscalías debe recaer en personas capaces, debidamente preparadas, con un historial donde su respetabilidad y ética sean en el más amplio sentido, para evitar sujetos despreciables, como los que han hecho de las Fiscalías, auténticos centros de putrefacción, donde sus pasiones e inmoralidades son la constante.
De nada sirve tener jueces electos por el pueblo, si se tienen Fiscales impúdicos, perversos, que han hecho de sus funciones el acto de mayor vergüenza, que deja a la sociedad en manos de la impunidad y de la creciente delincuencia.