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Personajes como Alessandra RDLV, Lía Limón, Tania Larios y Kenia López usan el movimiento con fines políticos
OMAR MONTALVO
Ciudad de México. – Los movimientos feministas han tenido una mayor simpatía en los últimos años con luchas que van de la mano como la despenalización del aborto. En la clase política militantes de partidos de derecha también empezaron a utilizar el pañuelo morado, pero sin renunciar a las prácticas conservadores de las fuerzas políticas que las representan.
Algunos de los casos es el de Alessandra Rojo de la Vega es alcaldesa electa de Cuauhtémoc con la oposición PRI, PAN y PRD, aunque su estatus aún es incierto por las impugnaciones. Es fundadora del colectivo No es una, Somos todas, señalado por atender sólo casos selectos de violencia de género que le sirven para atacar a militantes de Morena y no para toda mujer que lo requiera.
Lía Limón, como alcaldesa de Álvaro Obregón y del PAN, también ha recibido críticas por empezar a usar el feminismo como bandera, cuando al colaborar en los gabinetes de Peña Nieto y Felipe Calderón no se pronunció a favor de los derechos reproductivos. Un caso similar es el de Kenia López Rabadán, que durante varias discusiones legislativas respaldó las posturas provida del PAN, partido que históricamente se ha opuesto al aborto.
La secretaria general del PRI en la CDMX, Tania Larios, también ha sido criticada por llamarse feminista durante los actos públicos que lo requieran. En su caso las críticas de activistas son por la falta de congruencia al ser representada por el tricolor, partido que lideró una red de prostitución en la Ciudad de México.
El mismo argumento se ha utilizado en contra de Carolina Viggiano, secretaria general del PRI, además que su dirigente nacional, Alejandro Moreno, en 2022 encabezó una controversia por tener fotos íntimas de diputadas y usarlas para ejercer presión.
Mientras que, en casos como María Teresa Castell, que se ha desempeñado como diputada federal del PAN, ha llamado la atención de la comunidad LGBT+ por violentar a las diputadas trans con comentarios fóbicos; casi como la priísta Melissa Vargas, quien ha declarado apoyar los movimientos de mujeres, pero que también cometió violencia política de género contra la gobernadora mexiquense, Delfina Gómez.
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