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Se acuerda usted querido lector que en esta columna le hablamos del amor apasionado entre Carlos Ulloa, quien ahora será nuestro representante en la Cámara de Diputados y Jesús Irugami Perea, director ejecutivo de Participación Ciudadana en Tlalpan.
Pues desde Tlalpan llegó una paloma mensajera a las oficinas de esta chismosa que Ulloa dejó a Irugami por su coordinador de campaña, Israel Pérez, convirtiendo esto en un verdadero triángulo amoroso.
“Ahora anda con Israel y a Jesús lo abandonó, bueno le puso un descansito”, se escucha en uno de los audios que hasta esta lengua larga llegaron.
Y no solo eso, Irugami, dicen por ahí anda tan de capa caída que se la pasa en fiestas y borracheras, cantando las de Nodal “botella tras botella ando tomando para olvidarme de ella”, además de que a todo el mundo le ha contado que Carlitos le cortó las alas y lo dejó caer, aunque ni tanto, porque sigue siendo su suplente en la Cámara de Diputados.
Pero ahí no para la cosa, Alberto Vanegas, que fue quien expuso en redes sociales la homosexualidad de Ulloa lo hizo en venganza porque Carlos comenzó a salir con su enamorado, Israel.
Oigan, esto está peor que un caso de la Rosa de Guadalupe, ya ando queriendo contactar a Laura Bozzo para que diga “que pase el desgraciado” y saber quién es el verdadero villano de este triángulo, más tirado a cuadrado, amoroso en la bella Tlalpan.
Le voy a decir algo estimado lector, el chisme en la política y en las oficinas gubernamentales está más candente que los de espectáculos, si lo supiera yo que no me alcanzan las líneas para contarle todo lo que sucede con nuestros queridos servidores públicos.
A ver a donde termina todo esto, mientras tanto a mi lo único que me preocupa es el futuro de los tlalpenses y lo que me ocupa mes seguirme enterando de todo lo que sucede en estas tierras benditas de Dios.
Lo que si sabemos bien es que Carlos Ulloa pensaba dejar su curul en San Lázaro porque ya se hacía ocupando un cargo en el gabinete de la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, y nos ente-ramos que lo bajaron de su ladrillo y que, por lo menos, tiene que estar en el cargo por un año.
“Cuando calienta el sol, aquí en la playa…” Me voy cantando está canción que, dicen, le han recitado a sus espaldas a Ulloa, que anda entre enamorado e insoportable.