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Arreando al Elefante | El Poder Judicial: un nido de corrupción

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Por Ricardo Sevilla

Ya no es un secreto: el Poder Judicial se ha convertido en un auténtico nido de corrupción y complicidad con los criminales. Nuestros jueces y magistrados, esos supuestos guardianes de la justicia, se han convertido en cómplices y “tapaderas” de algunos de los delincuentes más peligrosos del país.

¿Se acuerda de “El Contador”, uno de los líderes más sanguinarios del Cártel del Golfo? Pues déjeme contarle que a ese sujeto, un tribunal federal decidió dejarlo libre, a pesar de que haber sido señalado como el presunto responsable de una masacre de 15 personas en la frontera. Incluso, hay voces que aseguran que los jueces se llevaron una buena recompensa por esa hazaña.

Y hablando de hazañas, ¿qué me dicen del caso del polémico exgobernador de Nuevo León, “El Bronco“? A este personaje, recientemente, un juez de distrito decidió otorgarle un amparo definitivo, dejando sin efecto su vinculación a proceso por el caso Ecovía.

Lamentablemente, el listado es profuso. ¿Quiere más ejemplos? ¡Se los doy! ¿Se acuerda del expresidente de la Federación Mexicana de Natación, Kiril Minchev Todorov? Este sujeto, que es un burócrata del deporte, fue acusado de haber desviado más de 155 millones de pesos.

Y, en este caso, un tribunal federal decidió dejar sin efecto su vinculación a proceso. ¡Ya sabe cómo son de generosos nuestros jueces!

Otro caso similar es el del rector de la Universidad Autónoma de Sinaloa, Jesús Madueña Molina. A este señor se le han imputado delitos graves, pero gracias a su estrecha relación con el Poder Judicial, ha logrado obtener amparos que le han permitido evadir la justicia.

¿Acaso no es un espectáculo digno del teatro del absurdo? Infelizmente, en estos años, el Poder Judicial nos ha demostrado la justicia se compra al mejor postor.

Pero, ¿qué podemos esperar de un Poder Judicial que ha perdido completamente el rumbo? Ese poder que, en lugar de ser un pilar fundamental del Estado de Derecho, se ha convertido en un nido de corrupción y complicidad. ¡Qué vergüenza! Y lo peor de todo es que los medios de comunicación corporativos están haciendo todo lo posible por encubrir esta realidad. ¡Y no han podido! ¡Ni podrán!

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