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Por Ricardo Sevilla
La derecha está triste, enojada y frustrada.
Pero ahora no solo está enojada con el gobierno que encabeza el presidente López Obrador. También está resentida con los periodistas independientes que, a través de un trabajo de investigación serio y concienzudo, hemos documentado y exhibido muchas de sus transas y sus corruptelas.
Es fácil detectar el motivo de su irritación: estos saqueadores desvalijaban al erario, los descubrimos, se enojaron y, acto continuo, emprendieron una airada campaña contra nuestro trabajo.
Le pongo un ejemplo: la semana pasada dimos a conocer que, de acuerdo con varios testimonios, el señor Héctor Aguilar Camín operó una campaña sucia contra la actual gobernadora del Edomex: Delfina Gómez, antes de que triunfara en las elecciones del año pasado.
A través de una investigación periodística, exhibimos testimonios sobre cómo fue que el dueño de la revista Nexos recibió más de 20 millones de pesos para tratar de descarrilar, a como diera lugar, a Delfina Gómez.
Aguilar Camín, al ver la consistencia de nuestro trabajo, montó en furia y, subiéndose a su ladrillo de superioridad moral, tuvo que salir a tratar de controlar los daños que había sufrido su imagen, ya de por sí vapuleada.
Pero Aguilar, desbrujulado, lo único que atinó a decir es que el reportaje era falso.
Lo curioso e irrisorio fue que el gran opinólogo, uno de los totems de la derecha, no pudo negar los contratos ni los señalamientos, ni los testimonios.
El tipo no se tomó la molestia de refutar ninguna de las pruebas que exhibió mi reportaje.
Solo se limitó a decir que era falso y ya. Y no sorprende. Así es Aguilar Camín: cree que todo es por decreto, por adjudicación directa, como sus contratos.
¿Qué quiere este pseudo intelectual? A esta hora todos lo sabemos: una buena tanda de apapachos millonarios. ¡Estafador!