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Ana E. Rosete.
Alessandra Rojo de la Vega sufrió un atentado; su camioneta fue baleada en múltiples ocasiones.
El hecho fue documentado y expuesto por la candidata a la alcaldía Cuauhtémoc por la coalición del PRI-PAN-PRD.
Esta ha sido de las campañas, a nivel nacional, la más violenta. Además de ser histórica, debido al número de cargos de representación popular que se van a elegir el 2 de junio.
“Me quieren callar”, escribió Alessandra en su cuenta de X, mejor conocida como Twitter.
La conozco y sé, por experiencia propia, que es una mujer fuerte, de carácter abrasador y un tanto abrumador. Mi solidaridad con ella.
Hoy quiero hablar de la reacción de la izquierda ante el suceso, porque -vamos- no podemos perder de vista que antes de ser candidata, Rojo de la Vega es mujer, mamá, hija, hermana, y que un puesto de elección popular no debería significar la vida o la muerte.
Me pareció sumamente acertada la forma de actuar de Sebastián Ramírez y de Clara Brugada. La de Caty Monreal me pareció más una respuesta obligada que solidaria y, por supuesto, sorora.
La abanderada de Morena-PT y PVEM al Gobierno capitalino fue contundente y exigió a la Fiscalía de Justicia de la Ciudad de México agotar todas las líneas de investigación para esclarecer el caso. Instó a sus simpatizantes y a la comunidad en general a no politizar lo ocurrido. Se solidarizó con Rojo de la Vega, al igual que Sebastián Ramírez, presidente de Morena en la capital del país.
Ramírez fue más sensato que Santiago Taboada, a quien le exigió responsabilidad con el tema y que no trivialice un asunto que debe ser aclarado con celeridad.
Alessandra, más alla de todo. No merece esto que le sucedió.