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ANA MARÍA VÁZQUEZ
@Anamariavazquez
De los 100 compromisos presentados por la doctora Sheinbaum al inicio de su campaña y que ya se empiezan a analizar, hay uno que me parece de particular relevancia pero que, paradójicamente no ha tenido mucho eco en los analistas, me refiero a la salud mental.
Ya sea por estigma o por apatía, en regímenes anteriores se dio poca importancia a esta rama de la salud, imprescindible para un total estado de bienestar; es bien sabido que las presiones económicas, sociales o familiares incrementan los niveles de estrés, aumentando la proclividad de otros padecimientos como lo son el alcoholismo o la drogadicción y éstos a su vez, son desencadenantes de mayor violencia, frustración y depresión.
En nuestro país, se calcula que 15 millones de mexicanos sufren algún tipo de trastorno mental, que va desde los más leves como el estrés, hasta la ansiedad, trastornos depresivos y suicidio.
Un reporte del INEGI de noviembre pasado muestra un aumento progresivo en las tasas de suicidio, con un aumento de 6.3 por cada 100 mil habitantes. Con la pandemia las cifras se dispararon y esto no pudo ser remediado por el gobierno actual, presionado por las demandas de estabilidad económica y reconversión hospitalaria. La demora en la atención y la poca prioridad a algo tan estigmatizado por el cine norteamericano ha impedido que la sociedad presione para mejorar los servicios de atención a niños, adolescentes y adultos afectados.
Un gobierno humanista, garante de libertades, defensor de la autodeterminación, democrático, constitucionalista, austero, igualitario, promovente del deporte, la ciencia y la cultura no podía dejar atrás algo tan importante como la salud mental.
El compromiso 55 dice: Incrementará programas de salud mental dirigido a jóvenes, personas de la tercera edad y personas víctimas de violencia. Con ello, se da continuidad al decreto presidencial del mayo de 2023 en el que se crea la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones, con el propósito de integrar un modelo comunitario enfocado en la atención primaria.
Reconstruir lo que el neoliberalismo desmanteló es prioritario para continuar con el segundo piso de una transformación urgente y de toda justicia para el país.