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ANA MARÍA VÁZQUEZ
@Anamariavazquez
Hay un cuento corto de García Márquez titulado “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”; comienza con el presentimiento de una madre y termina en la destrucción del pueblo, todo por la superstición, la falsa creencia de que “algo invariablemente sucederá”, corriendo de boca en boca e incrementándose a su paso hasta hacer de una sensación, una catastrófica bola de nieve. Esto, con mucho menos talento por supuesto ha invadido a los medios, con inferencias, suposiciones, “opiniones de calidad” en las que se atreven a afirmar descaradamente que “la verdad es irrelevante”, como escribió Rivapalacio en una de sus columnas hace un par de días. El insulto a la inteligencia y la manipulación se dan cotidianamente y pretenden tener la patente de corso para que “su verdad” sea la única que valga, aunque para ello las pruebas brillen por su ausencia. He dejado de contar la cantidad de falacias que han corrido en el sexenio; carretadas de dinero se han invertido en propaganda para reforzar ese “algo muy grave” que al final no han podido demostrar, vaya, probar.
En derecho se dice que el que acusa tiene la obligación de probar su dicho, sin embargo, desde Anabel Hernández, Helena Chávez, Ciro, Loret y muchos más, no han dado prueba alguna que refuerce cada ataque, cada piedra, cada inferencia, pero siguen diciendo que “algo muy grave” está sucediendo, o sucederá.
Y así, como en el cuento de García Márquez, muchos se han contagiado del fantasma de lo que vendrá: ya sean los rusos, los narcos, la CIA, los extraterrestres…porque “algo muy grave va a suceder”
El cinismo de argumentar que la “verdad es lo de menos” es el cierre de oro de un grupo de opinadores que no termina de morir y que, en sus estertores, sigue defendiendo al régimen que los creó, educó y mantuvo acostumbrados a mentir, falsear y tergiversar.
Lo único realmente grave, es que haya todavía quienes los lean, escuchen y no cuestionen, que no pidan pruebas, hechos y detalles precisos demostrables en una era donde la tecnología nos permite no dejar nada encubierto.
Sería muy sano para la ciudadanía el cotejar información, pedir detalles, pruebas y ser más críticos ante la información que recibimos, dejar la flojera y reeducar a los medios.