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RICARDO SEVILLA
En mi colonia, si alguien quiere una posada, un festejo o una fiesta, sencillamente, tiene que pagarla de su bolsa. O de su cartera.
Si en su fiesta de fin de año, por ejemplo, alguien quiere comer pierna, lomo de cerdo, romeritos, bacalao, o lo que sea, ya verá cómo le hace para pagar, y paga.
Me ha tocado ver a mis vecinos juntando dinero para participar en un evento deportivo y, con lo recaudado entre los propios participantes, poder pagarle, por ejemplo, sus honorarios al árbitro en un torneo de futbol.
Quizá sea porque en mi colonia, como en la mayoría de las colonias de la CDMX, vivimos taxistas, albañiles, cerrajeros, plomeros, herreros, periodistas y toda clase de trabajadores independientes que no tenemos acceso a privilegios.
Privilegios como los que tienen en la burocracia dorada del Poder Judicial.
Y es que, si a un empleado de Consejo de la Judicatura Federal se le antoja hacer una fiesta de fin de año, un festejo del Día del niño o torneo deportivo, no se preocupa por cuánto costará la fiesta. Y no se preocupa porque el erario paga. Es decir: el grueso de la población sin privilegios.
¿Ejemplos? Abundan. Le pongo uno: cada año, el Sindicato de Trabajadores del Poder Judicial de la Federación, a través de su líder sindical, pide unos cuantos milloncitos para que sus agremiados disfruten de fiestas, festejos, torneos y comilonas sin preocuparse por los gastos.
En noviembre de 2020, el Consejo de la Judicatura Federal dio al Sindicato de Trabajadores del Poder Judicial la jugosa cantidad de 4 millones 165 mil pesos para sufragar fiestas “de las personas servidoras públicas con plaza de base”.
Con ese dinero pagaron 12 pachangas: I. Día de Reyes, II. Dia del Niño, III. Día de las Madres, IV. Día del Padre, V. Día del servidor público del Poder Judicial de la Federación, VI. Día del artesano, VII. Día del maestro, VIII. Jornadas vacacionales, IX. Día del intendente, X. Fiesta de fin de año, XI. Congreso Nacional o Convención Ordinaria (según el caso), y XII. Torneos Deportivos. Por cierto: ¿cuántos artesanos habrá entre los jueces, ministros y magistrados? Lamentablemente, es una pregunta que no ha querido responder el Poder Judicial.
