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SEBASTIÁN RAMÍREZ
Quienes vivimos en la Ciudad de México sabemos que todos los días se realizan al menos un par de marchas, tomas de vialidades u otros tipos de manifestaciones de todo tipo, muchas de ellas por causas justas y otras no tanto. Ejemplo de éstas últimas fue la manifestación de este domingo en defensa de los fideicomisos del Poder Judicial. Hace unos días la Cámara de Diputados votó por la extinción de 13 fideicomisos que equivalen a alrededor de 15 mil millones de pesos que el Poder Judicial, específicamente las y los ministros de la Suprema Corte, utilizan para financiar varios de sus lujos y privilegios insultantes para las y los trabajadores si consideramos que en este poder hay quienes ganan el salario mínimo y quienes ganan 700 mil pesos mensuales. Una disparidad brutal e injusta.
En este sentido, desde la presidencia de la Corte se instruyó a salir a marchar el domingo pasado bajo la amenaza de que, con la extinción de estos fideicomisos que funcionan como caja chica para los ministros, los derechos de los trabajadores del Poder Judicial se verían afectados. Nada más falso que esto. Muchas expertas y expertos en la materia han advertido que el financiamiento de los fideicomisos viene directamente del presupuesto subejercido por el Poder Judicial, es decir, del dinero que la Federación le otorga anualmente y este no se gasta. A partir de lo anterior es posible entender los elevados sueldos, de hecho, inconstitucionales, de los ministros de la Corte y su larga lista de privilegios como seguros privados de gastos médicos, camionetas, gastos de comidas, gasolina, lentes y hasta mejoras en sus viviendas.
Ese mismo día y también en el Paseo de la Reforma, se realizaba la manifestación contra la violencia que vive el pueblo palestino. Las diferencias entre ésta y la de aquellos que defienden los privilegios del Poder Judicial, son abismales. Afortunadamente la libertad de expresión hoy es un derecho que se garantiza y se protege, somos libres de elegir nuestras causas.