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Samuel Cantón Zetina
¿Andrés Manuel López Obrador es un político predecible?
Muchos creen que lo es, y por eso, por ejemplo, suponen que si dos de sus funcionarios: Zoé Robledo y Octavio Romero, de IMSS-Bienestar y PEMEX, no serán candidatos a gobernador, porque -a decir del presidente- decidieron continuar con él hasta el final del sexenio, tiene que ser igual con otros en la misma situación.
Por el lado del Sureste, lo dicen a propósito de Javier May, responsable del Tren Maya.
Un argumento alterno es que los colaboradores obradoristas con tareas importantes no tendrán más remedio que decidir también acompañar al mandatario hasta lo último.
Sería el caso de May, porque el ferrocarril, aunque próximo, no está aún en marcha.
Y de Rocío Nahle, secretaria de Energía, porque “no ha entregado” la refinería de Dos Bocas.
¿Es así de simple? ¿De predecible el paisano?
Hum…hum…
Tal vez convenga regresar un poco: Obrador fue muy claro cuando dijo que fue determinación de ellos: de Zoé y de Octavio, no buscar candidaturas.
Sí, afirmó que a él le dio mucho gusto que decidieran no abandonar el barco, pero no significa -salvo prueba en contrarioque ir en búsqueda de las nominaciones le disguste o lo tome como traición.
Ebrard y López Hernández eran generales en el gobierno de la 4T, y Sheinbaum, aunque no integrante de la estructura federal, pausaron sus altos deberes para disputar candidaturas, sin que al presidente diera la impresión de molestarle.
Al fin y al cabo, alguien tiene que ser candidato, y alguien tendrá que profundizar en los años siguientes la transformación del país.
Para los que, en cambio, tienen al tabasqueño como impredecible, existe la posibilidad de que así como algunos decidieron no ir a campaña, habrá otros -como May, que renuncia en días para ir por Tabasco- que opten por jugársela.
En realidad, la definición política de AMLO es que es predecible hasta que deja de serlo, y entonces, con él todo puede suceder…