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La actriz ganadora del Oscar por Silver Linings Playbook (2012), no resulta ser, sino que es la única y principal atracción en un metraje cuyo argumento queda claro, pero no embelesa
Sadit Gabriel
CIUDAD DE MÉXIO. – Es lo que aparenta ser, pero también lo que no es. No Hard Feelings (2023) anhela gustar, aunque es una experiencia descafeinada en torno a las superposiciones del amor y la imposible cualidad en la experiencia fugaz; no tiene carisma, cadencia, ni máscaras (verisimilitud) adecuadas para muchos de sus personajes , pero con Jennifer Lawrence, a ratos, basta.
La actriz ganadora del Oscar por Silver Linings Playbook (2012), no resulta ser, sino que es la única y principal atracción en un metraje cuyo argumento queda claro, pero no embelesa. Poco ofrece en materia estética, así como en la construcción psicológica de cada estrato configurativo en todas y cada una de sus secuencias.
Cerca no está la producción de Sony y Columbia de buscar el pedastal más elevado en materia de blockbusters de verano, lo cual exculpa la realización de cualquier análisis de mayor envergadura; la mediocridad del filme, por otra parte, sí que manifiesta el conglomerado de falencias prostituidas desde el influjo preponderante de las industrias más influyentes del entretenimiento.
Mal necesario no es incrustar en un monólogo las cualidades discursivas de cada elemento relacional dentro de una cinta; Jennifer Lawrence, así como su carisma e irreverencia, son las pruebas fehacientes de ello. Sin embargo, la degradación de lo insustancial no puede, ni debe verse, como un recurso en favor de la sensibilidad tradicional.
No es mala.
Año: 2023.
Director: Gene Stupnitsky.
Calificación: 6.5 (regular).
¿Dónde?: Solo en cines.
Monólogo sin propia cualidad