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Abraham Mendieta
Para la candidata del PRI a la gubernatura del Estado de México, todos estamos equivocados. En primer lugar, se equivocan sus propios compañeros, que motivados por el pesimismo de una campaña que no despegó, ya prevén su derrota en la elección del próximo domingo. Se equivocan los opositores de todo el país, y sus voceros en medios de comunicación, que dijeron que la candidata a la que apoyan había perdido los debates, y no había construido una propuesta sólida para enfrentar a la Cuarta Transformación.
Nos equivocamos todos aquellos que estamos hartos de 94 años de gobiernos caracterizados por la corrupción, la impunidad y la pobreza, y que creemos que el Estado de México ya no aguanta 6 años más de priísmo.
Se equivocan también, por supuesto, absolutamente todas las encuestas del país, desde las más serias, hasta las más mercantilizadas, que ni siquiera se atreven a poner a Alejandra del Moral a menos de 10 puntos de diferencia con la puntera, Delfina Gómez Álvarez. Se equivocan los secretarios del gabinete del gobernador Alfredo del Mazo, que piden esquina, para intentar que con el nuevo gobierno de Morena, no se investiguen sus tropelías y corruptelas.
Se equivocan la mayoría de los mapaches priístas que han decidido, ante la certeza de que será el último “recurso” que reciban, quedarse con ese dinero, en vez de utilizarlo para “movilizar el voto”. Todos estamos equivocados. Todos, menos ella: Alejandra del Moral, quién se niega a aceptar la difícil realidad de ser la sepulturera que entregará, tras casi un siglo, el gobierno del Estado de México a un partido político diferente, al que además, le robaron la elección en 2017. Y hace bien en no aceptar esa realidad. Porque ella confía en la capacidad de su partido-gobierno para imponerse por la fuerza, utilizando los recursos públicos y los poderes fácticos para doblarle nuevamente el brazo al pueblo mexiquense.