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Ricardo Sevilla
Si creíamos que la oposición estaba enojada, nos estamos quedando cortos. En realidad, ese enojo se ha transmutado en un delirio irrefrenable. ¿Y por qué digo delirio? Porque, como mucha gente sabe, el delirio
es un trastorno. Y no es cualquier trastorno. El delirio se produce cuando las señales del cerebro no se envían ni se reciben adecuadamente. Y eso es justamente lo que está sucediendo con la oposición: sus cerebros (huecos) no están enviando ni recibiendo las señales del mundo exterior.
Ellos creen, de entrada, que el pueblo es ingenuo y que nos chupamos el dedo. Y no, nunca hemos sido ingenuos y jamás nos hemos chupado el dedo. Lo que ocurre es que en la derecha secuestraron los espacios informativos del Estado, compraron y fundaron medios de comunicación para utilizarlos como mecanismos de desinformación. ¿Y qué querían y qué quieren? Controlar la narrativa, someter la crítica y, en suma,
manipular al pueblo de México.
Ayer, por ejemplo, vimos cómo un cúmulo de chayoteros intentó lavarle la (pringosa) cara al empresario Germán Larrea. Y se entiende que los comentócratas de la derecha intenten retorcer la realidad a favor de los empresarios que, a fin de cuentas, son quienes les pagan y son, dicho sin rodeos, sus patrones. Y ese es el punto de partida: que cada vez encontramos menos periodistas y más lacayos dispuestos a vender su pluma al mejor postor. Y, sin duda, uno de los mejores postores es Germán Larrea, director ejecutivo de Grupo México, la empresa minera más grande de este país, la quinta compañía productora de cobre más
grande del mundo y la agrupación que más desastres ecológicos ha causado en este país. Hay quien no sabe nada sobre Larrea.
Infelizmente, se trata de un tipo avieso. Recordemos, por ejemplo, que alguna vez fue miembro del consejo de administración de Televisa, y abandonó dicho consejo para participar en la licitación para las nuevas
televisoras, lo cual fue considerado como una falta de ética al utilizar información confidencial en perjuicio de Televisa, sus antiguos socios. Pero lo de menos es que haya querido traicionar a sus antiguos socios. Lo preocupante es que esa es la menor de sus infracciones.
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