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Arreando al Elefante | Ministra apapacha a discípula de García Luna

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Ricardo Sevilla 

Listo. Quedó aclarado. No era un meme. La ministra Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, confirmó que sí le envió mensajes intimidatorios a Alejandro Armenta Mier, presidente de la mesa directiva del Senado de la República. Es decir: los mensajes de WhatsApp que
decían algo así como que yo soy Norma Piña y hablo a nombre estrictamente personal para decirle que, seguramente, usted no puede ver a sus hijos a la cara, son reales.

Sí. Esos mensajes donde la ministra presidenta, a través de mensajes directos, dice a un legislador: “usted no me conoce” y ahí le van estos emoticones burlones, para que me vaya conociendo, resulta que sí son de Norma Piña. Pero seamos claros: esta mujer, heroína de fifís y conservadores, resultó ser toda una fichita. Porque, lejos de esgrimir un lenguaje directo, como presume, ha resultado ser una auténtica pendenciera.

De entrada, se mofó de un representante electo (democráticamente) por el pueblo, y amenazó la práctica legislativa de un senador. Si creíamos que algunos ministros se comportaban como gánster, ahora lo comprobamos. A Norma Piña, y a varios de los ministros y ministras que tienen secuestrada la SCJN, la toga les ha venido grande.

Y las preguntas se derraman en cascada: ¿Una ministra que admite haber enviado mensajes conminatorios a un legislador, merece ser la cabeza de la Suprema Corte de Justicia de la Nación? ¿No será peligroso que una persona soberbia y arrogante sea la presidenta del máximo tribunal constitucional
de México? ¿Cómo confiar en que una persona déspota y bravucona sea la máxima autoridad jurisdiccional del Poder Judicial de la Federación de México?

Porque si ese es el trato que Norma Piña da a un senador con fuero, imagine usted cómo tratará, de ser el caso, a la población en general. Y si a esos desplantes belicosos agregamos que la presidenta de la SCJN contrató a una excolaboradora de Genaro García Luna, ahí sí las cosas ya se vuelven delirantes. ¿O a usted no le parece peligroso que una ministra (agresiva) haya apapachado y consentido a la colaboradora de un delincuente como Genaro García Luna?

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