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Manifiesto | El sustituto de la oposición

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Abraham Mendieta 

El PRI y el PAN fracasaron en ser una oposición seria contra López Obrador, y hubo que sustituirlos. Ese no fue el plan inicial, pero a lo largo del sexenio, sus partidos se fueron quedando sin base social. Por un lado, el PAN, desdibujado en una alianza antinatura con el PRI, juega entre la moderación de su dueño, Santiago Creel, y los radicales libres que con poco éxito, copian el discurso racista y clasista de VOX en España.

Mientras, sus principales financieros, los de la corrupción inmobiliaria, acaban en la cárcel. Por el otro lado, el PRI, que como se dice en España, “está más quemado que el palo de un churrero” (artilugio que se introduce en el aceite para dar forma a ese postre maravilloso que nuestros pueblos comparten), y hace un esfuerzo sobrehumano por perder absolutamente todas las elecciones a las que se presenta, pasando de 12
gubernaturas al inicio del sexenio, a 1 o 2, según como les vaya en Coahuila.

Es por ello que tuvieron que buscar una forma diferente de hacer oposición, ya que no cuentan con ningún partido político capaz ni popular. Y encontraron en ciertos medios de comunicación, financiados por las ONGs estadounidenses, y por el dinero sucio de Roberto Madrazo, una vía para ejecutar este golpeteo, con campañas de mentiras y acoso contra los familiares del Presidente o de aquellos que públicamente defienden la Cuarta Transformación.

Pero tampoco fue suficiente, y tuvieron que recurrir a un plan desesperado: primero intentaron utilizar a la CNDH, pero por desgracia para ellos, pronto se acabó el periodo de su achichincle conservador, luego intentaron utilizar el CONEVAL, que tenía al frente un viejo funcionario de la época foxista, pero renunció, después utilizaron al INE, pero la ley para elegir a los nuevos consejeros y a la nueva presidencia, que ellos mismo aprobaron, les impidió mantener su rancho en el organismo electoral, y ahora intentan utilizar al INAI, todo con el respaldo de una SCJN presidida por una amiga personal de Enrique Peña Nieto e Isabel Miranda de Wallace.

Es curioso cómo se ha volteado la política mexicana: si en anteriores sexenios, desde el penúltimo año, todo acomodaba para intentar lucir la gestión del futuro expresidente, en este sexenio, todos los organismos autónomos y el poder judicial se acomodaron para todo lo contrario: intentar dilapidar el trabajo de transformación nacional encabezada por López Obrador.

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