87 lecturas
Ricardo Sevilla
La UNAM está colapsando: marchas de profesores y académicos denunciando a la élite dorada de la máxima casa de estudios, mítines de alumnos exhibiendo la corrupción rampante de la Junta de Gobierno y paros de la comunidad universitaria porque en los CCHs las alumnas padecen, sin que nadie haga nada, abuso sexual.
La UNAM, otrora un bastión de pensadores y luchadores sociales de izquierda, mientras usted lee esta columna, sufre la invasión de sujetos como Lorenzo Córdova y sus huestes itamitas.
La Universidad Nacional Autónoma de México, ayer considerada como la universidad pública mexicana más descollante de América Latina, hoy mismo padece a figuras parasitarias como Guillermo Sheridan, el aviador que vive en Estados Unidos, sin dar clases desde hace más de tres décadas, pero cobrando puntualmente en el Instituto de Investigaciones Filológicas, ante la indiferencia (o el beneplácito) de la rectoría.
Y mientras la autonomía de la UNAM pende de un hilo porque el rector, Enrique Graue, decidió, por sus calzones, entregarle el control del presupuesto a la familia Álvarez-Icaza Longoria, en el campus universitario ocurren toda clase de tropelías y arbitrariedades: hostigamiento laboral a los profesores y profesoras de la Facultad de Psicología, ante el desinterés y la complicidad de la directora: María Elena Teresa Medina-Mora, sí la hermana del corrupto y nepotista Eduardo Medina Mora.
Y mientras todo eso ocurre, la rectoría, y su caterva de neoliberales, dispuestos a privatizar y vender a pedazos a la UNAM, siguen repartiéndose plazas a placer.
Pero que los prosélitos de Pedro Salazar Ugarte, el mejor amigo de Lorenzo Córdova, esté dispensándole puestos laborales a sus aduladores, parece importarle un rábano al rector (que sólo es doctor en términos “coloquiales”).
A Enrique Graue le vale un pepino que estudiantes de distintas facultades de la UNAM hayan realizado una marcha del Zócalo capitalino a la Cámara de Diputados en defensa de la educación pública. A Graue lo único que le importa es perseguir a la ministra Yasmín Esquivel.
Definitivamente, como diría el escritor Anthony Burgess: “El doctor está enfermo”.