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Ana María Vázquez
Una película de Chaplin criticaba al gobierno de Hitler ridiculizándolo por su manera de jugar con las vidas y el mundo, la palabra dictador se ha aplicado a líderes que utilizan el poder para sojuzgar a los ciudadanos implantando regímenes totalitarios, de terror, de silencio.
A Andrés Manuel López Obrador lo ha tachado la oposición precisamente de eso, de dictador y es curioso que, ese “dictador” haya dado un vuelco al país en un sexenio, entre pandemia y guerra, detallo algunos logros: aumento al salario mínimo en 135%; compra de Deer Park, Tren Maya, apoyos económicos para jóvenes y adultos mayores, rescate de Pemex y con ello, la última noticia de la compra de 13 plantas de Iberdrola, la empresa que entró a México durante el gobierno de Miguel de la Madrid en una colaboración en principio sin ánimos de lucro y que poco a poco se fue adueñando de la producción eléctrica gracias a la reforma eléctrica de Salinas en 1992; Calderón, siguiendo con la línea marcada por sus antecesores, activa el proceso de liquidación de LyFC y el 11 de octubre de 2009 decretó la extinción de la empresa dejando en la calle a más de 40 mil empleados.
Peña hizo más de lo mismo dando todo tipo de facilidades a la empresa para que tomara todas las instalaciones existentes y nos vendieran ellos la energía haciéndose también de un área estratégica como lo vimos durante la pandemia en la que, en España, la empresa Iberdrola elevó los costos a niveles impagables. El presidente López Obrador sabía que recuperar una empresa tan emblemática y devolvérsela al pueblo era también asunto de soberanía.
Ese, “dictador” le ha devuelto la identidad y el orgullo a nuestro pueblo. Para las grandes empresas, es un dictador; para el pueblo, el mejor presidente que hemos tenido. El presidente López Obrador dio la noticia en vivo; Ignacio Sánchez Galán de Iberdrola bajaba a ratos la mirada mientras que con el pulgar derecho repasaba los grabados de la inmensa mesa del salón de juntas, quizá para bajar la ansiedad.
Desde el emblemático salón, y mientras el presidente anunciaba el importante acontecimiento, de fondo, se escuchaba a un organillero tocar… “Mi Cariñito”.