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Echados en la hamaca | La miseria humana que no abrió una cadena

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Antonio Attolini Murra 

Es inadmisible que en pleno proceso de transformación en México todavía existan personas que se niegan a abrir la puerta de una celda que se está incendiando y que retiene inmoralmente a personas dentro de
ella. Es de un mínimo de decencia que hace retemblar de rabia a quienes consideramos que nada humano nos es ajeno. De eso se trata el humanismo mexicano y de la reconstrucción de nuestra Nación: que el dolor sea compartido y la indignación sea general, no selectiva Yo sí puedo exigir la renuncia de Garduño al frente del Instituto Nacional de Migración.

Lo pueden hacer también todos los hombres y mujeres libres y de buena voluntad de este país que bien hicieron al escandalizarse por lo sucedido en Ciudad Juárez. Me refiero al incendio en el centro de detención migrante que hoy ha cobrado casi 40 víctimas mortales.

Que infamia ver a los senadores del PAN fingir el llanto, gritar de falsa rabia y azuzar toda forma y protocolo en aras de su falsa indignación. La línea roja que hemos trazado es la de respetar y garantizar los derechos humanos de todos y de todas, en especial de los más vulnerables, es decir, de los migrantes centroamericanos que llegan a México. Que la politiquería y las bajas pasiones sean la marca de la casa de la oposición carroñera, pero no de nosotros y menos de nuestros dirigentes y liderazgos. Ustedes saben quienes son.

Es imperativo que las autoridades mexicanas tomen medidas efectivas para garantizar la seguridad y el bienestar de las personas en situación de tránsito. Es hora de que se ponga fin a las prácticas abusivas, como
la detención arbitraria, la deportación sin un debido proceso y la separación de las familias. No podemos seguir tolerando la violación sistemática de los derechos humanos de los migrantes. Es hora de que nos demos cuenta de que estos individuos no son una carga, sino una oportunidad para nuestro país. Su presencia puede enriquecer nuestra cultura y contribuir al desarrollo económico.

Además, es importante recordar que México tiene una responsabilidad especial con los migrantes centroamericanos, ya que muchos de ellos cruzan nuestro país en su camino hacia los Estados Unidos. Por lo tanto,
debemos actuar con la máxima diligencia y respetar sus derechos humanos en todo momento.

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