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Ricardo Sevilla
La derecha krauziana y sheridiana, montada en su obstinada animadversión contra AMLO, ha querido imponer una narrativa donde el presidente es el protagonista de una historia de fracaso. Un fracaso que,
por cierto, está muy lejos de los delirios que sueña el PRIANISMO.
No obstante, para dinamitar el trabajo que el Gobierno federal viene realizado –y que supera, positivamente, la holgazanería del conservadurismo panista y el narcisismo de las huestes priístas que gobernaron este país–, los políticos y “analistas” de la derecha han tomado algunos eslóganes maniqueos con los que intentan lacerar al presidente: “López Obrador es un peligro para México” y “AMLO es un Mesías tropical” y bobadas semejantes.
Sin embargo, más allá de estos tópicos sobados y recalcitrantes, lo cierto es que el conservadurismo no ha logrado –ni logrará– encontrar una fórmula para contrarrestar la ola lopezobradorista que, les guste o no,
ha inundado el país. Y se entiende, porque, a diferencia del movimiento amloísta, como algunos le llaman, los conservadores no han tenido ideas, sino reacciones; tampoco han tenido propuestas, sino (malas) tácticas; y mucho menos han tenido argumentos, sino gritos, injurias y descalificaciones.
Y eso debe ser absolutamente frustrante. Y debe serlo porque llevan años –¡sexenios!–con los medios de comunicación a su merced. Y, pese a ello, su narrativa no es capaz de penetrar ni alzar el vuelo. Infelizmente, los neoliberales, metidos hasta el tuétano en su burbuja de privilegio, están convencidos de que, al haber tomado los medios de comunicación, por añadidura han tomado la razón. Pero se equivocan. Porque, hasta hoy, su campaña contra AMLO, le ha hecho a este gobierno “lo que el viento a Juárez”.