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Abraham Mendieta
“El exfuncionario condenado en EEUU no era panista”, alcanzó a decir, entre balbuceos y huyendo de la prensa, el coordinador de los diputados federales panistas Jorge Romero, copiando la linea argumental de Maru Campos, gobernadora de Chihuahua, quien añadió que eso era un tema del país vecino,
como si a nosotros no nos incumbiera que su partido hubiera mantenido durante 6 años a una narcotraficante como Secretario de Seguridad Pública de México.
Y tras dos días de silencio institucional, el presidente nacional del PAN, Marko Cortés, decidió que era hora de salir a copiar los balbuceos de sus compañeros de partido, anteriormente mencionados, en un vídeo bastante aburrido en el que hace su mejor esfuerzo para intentar desvincular al
partido blanquiazul de la figura de Genaro Garcia Luna.
El poco experimentado presidente del PAN comete un error triple: por un lado, se niega a condenar algo que ya es público y unánime. En segundo lugar, alimenta aún más el tema. Y en tercer lugar, libra una batalla perdida: todo el país sabe que Genaro García Luna solamente trabajó para dos gobiernos, el de Vicente Fox, y el de Felipe Calderón, quién además le dio un papel protagónico como el súper policía estrella de la fallida guerra contra el narco.
El PAN, como partido, no solo respaldó y defendió a Genaro García Luna: el propio ex policía espiaba e incidía en la interna partidista, buscando defenestrar a adversarios como Josefina Vazquez Mota para impulsar a sus amigos, como Ernesto Cordero.
No se engañen, García Luna no es solo panista porque trabajara para ellos, o porque su jefe fuera panista, o porque incidiera en su partido, sino porque es el mejor ejemplo de cómo un panista se comporta en el poder.
