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Ana María Vázquez
Cuando supe que era precisamente Gertz Manero el designado para ocupar la titularidad de la fiscalía general de la República, no pude más que esbozar una sonrisa, “ahora sí, pensé, se va a armar”. Y no es que conociera a Alejandro Gertz personalmente, pero sí de oídas, y mucho.
Recordé cuando entrevistando a Silvia Pinal para su libro, llegamos al tema, la diva tembló, su rostro perdió el color y dijo: ese tema no, por favor. Tenemos que hacerlo, insistí, son sus memorias y ese asunto le cambió la vida pues había tenido que escapar del país rumbo a Miami en la cajuela de un automóvil ya que el ahora fiscal la acusaba junto con otros que ya estaban en la cárcel, por el delito de fraude; “es un perro de presa”, me dijo en aquel momento. Dejé pasar unos días y volví a insistir hasta que terminamos ese doloroso capítulo, sin embargo, las últimas palabras de Silvia resonaron en mí cuando supe del nombramiento de Gertz Manero, en ese momento y con los antecedentes detallados que me había dado Silvia, entonces podía hasta haber firmado que la limpieza se haría a fondo y las cabezas que provocaron el baño de sangre y el saqueo del país empezarían a caer una a una.
Tristemente y con el paso de estos años, el único que sigue moviéndose para levantar al país es el presidente y que el encargado de judicializar ahora recibe tranquilamente en su casa, en bata y pantuflas. Quizá la edad le ha quitado el impulso de los años mozos, quizá solamente se interese en juicios personales, sin embargo, ¿no es el país y la impartición de justicia un asunto personal? ¿no somos todos mexicanos?
Con la decepción a cuestas, como muchos de los que creímos que el tren de la justicia avanzaría, ahora solo pensamos en que el “buen juez” empiece por su casa, dejando el puesto a un relevo que haga realmente el trabajo que ha estado detenido durante el sexenio. Es lamentable que con más de 50 logros tangibles de la 4T y directamente del presidente de la república, haya un rezago tan grande en materia de judicializaciones.
Esperamos que por lo menos la fiscalía pueda hacer algo con las cuentas que están siendo desbloqueadas por los Tribunales Colegiados, como las de Rosario Robles (que al parecer quedará libre de toda culpa), Cárdenas Palomino y las cuatro cuentas de Cristina Pereyra (esposa de Genaro García Luna). Esta justicia al revés, que se niega a cambiar y nos tiene pegados a las noticias de un juicio en Nueva York, cuando debería hacerse en México y no contra uno, sino contra todos los cómplices por acción u omisión, empezando claro por Calderón, Fox y Peña.
