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Ricardo Sevilla
Vaya exhibida que le ha dado el Presidente López Obrador a Ricardo Monreal. Y es que fíjese que Monreal había querido hacernos creer que entre el Presidente Andrés Manuel y él no había diferencias. Y ayer quedó claro que no es así.
Monri, “el Indomable”, quien siempre ha sido un maestro del timo y del engaño, le había dado cualquier cantidad de piquetes de ojos y costillas al Presidente. Y AMLO, que suele conducirse con estoicismo, había tolerado todas y cada una de las afrentas. Pero ayer las cosas tocaron a su límite. En la
conferencia Mañanera, el Primer Mandatario reconoció, con todas sus letras, que sí tiene diferencias con Monreal. Y subrayó que no son diferencias fruto de la politiquería, sino diferencias importantes, diferencias de fondo.
El Presidente dijo que, a diferencia de lo que Monreal piensa, él siempre estará del lado de la justicia, antes que de la ley. Monreal pudo abrir el debate con López Obrador, pero, desde su cuenta de Twitter, prefirió responder con un “choro mareador”.
De entrada, sorprende que Monreal, el profesor de derecho, no entienda que los términos justicia y ley no son equivalentes, como él supone. Y no son lo
mismo porque la justicia es un fin, mientras que la ley sólo es una herramienta para llegar ella. Monreal, que se presume catedrático de la UNAM, no parece recordar que, en infinitas ocasiones, la ley (en sus recovecos más retorcidos) ha servido como instrumento para conseguir no la justicia, sino la injusticia.
Ahora bien, el senador zacatecano, que podrá ser avieso, pero no ingenuo, no aceptará un debate de fondo con AMLO. Y no accederá porque sabe perfectamente que si acepta controvertir con el Presidente ocurrirán dos cosas: perderá y quedará como un tipo arrogante que intentó debatir con un
Presidente que tiene de su lado a la razón y al pueblo.
Como sea, la pregunta sigue siendo la misma desde hace meses: ¿Por qué demonios Monreal se obstina en seguir enquistado en Morena? Desde cualquier punto de vista, la presencia del zacatecano en ese partido político es insostenible. Y es que, más allá de todo debate, de fondo o politiquero, su presencia es inadmisible por mero sentido común.
