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Antonio Attolini Murra
Que Genaro García Luna esté sentado en el banquillo de los acusados no significa que su futuro se sostenga de un hilo. No es la historia personal de una mente macabra o de un psicópata. No son solo los cargos y acusaciones en contra de una persona. Va más allá. No se trata de si pasará 20, o 60 años en la cárcel.
Que el exdirector de la Agencia Federal de Investigaciones de Vicente Fox y el también ex secretario de Seguridad de Calderón esté acusado de conspiración, tráfico de cocaína y falsedad de declaraciones expone y pone de manifiesto todo un sistema de reglas y acuerdos que hicieron de nuestro país una fosa común. Es el calderonismo en su más pura expresión.
Mientras nos bombardeaban de mensajes en radio y televisión que juraban que el gobierno estaba persiguiendo a la droga “para que no llegara a nuestros hijos”, por otro lado ese mismo grupo mafioso trabajaba para lograr todo lo contrario. Todo en bandeja de plata y con una acreditación oficial, como revela el testimonio de Sergio Villarreal, ‘El Grande’, hoy en la corte de Brooklyn.
Mientras mi generación puso los muertos, el grupo criminal de Felipe Calderón se estaba enriqueciendo a expensas del dolor de las familias y amigos de quienes fueron asesinados. Esa forma miserable de hacer política quedó impregnada en lo más profundo de nuestra sociedad y ha costado (y seguirá costando) mucho trabajo volver a recomponer. La confianza, la expectativa de
futuro, la idea de una sociedad solidaria… la guerra dd Calderón lo destruyó todo.
De eso se trata el juicio contra Genaro García Luna: de poner de manifiesto y a plena luz del día lo abominable que fue para este país tener a criminales y asesinos gobernando. Vamos a encontrar justicia y a nunca olvidar, que mucho se lo debemos a quienes hoy ya no pueden gritar ni clamar por ello.
