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Jorge Gómez Naredo
Ayer arribó a la Ciudad de México Joe Biden, el presidente de los Estados Unidos, y este hecho tiene muchos significados por varios factores. Acá señalaré dos que me parecen fundamentales.
Biden arribó al Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el aeropuerto que ha sido atacado constantemente por los críticos de Andrés Manuel López Obrador. De esta terminal han dicho -con grotesco clasismo- que es una “central camionera”, que no sirve, que es un “capricho” del presidente y que es un fracaso.
Desde que se anunció la cancelación del aeropuerto en Texcoco y la construcción del AIFA, la derecha lo convirtió en uno de sus discursos más usados para golpear al gobierno federal. Por eso, que Joe Biden llegue ahí es un duro golpe a los opositores y sus campañas de guerra sucia.
Ahora bien, otro de los puntos que me parece importante resaltar es que, desde que Biden ganó la presidencia en Estados Unidos, la oposición en México afirmó que la relación que tendría con AMLO sería complicada, y que incluso se enfriarían tanto que ni se hablarían. Por ejemplo, Denise Dresser, en un artículo publicado en The Washington Post, afirmó que “la agenda
de Biden es opuesta a la de AMLO. Y los reflejos autoritarios, antiestadounidenses y promilitares del mexicano lo colocan en una ruta de colisión a cada paso”.
Ese vaticinio de una de las representantes más visibles de la oposición no sólo no ha sucedido; al contrario, la relación entre ambos mandatarios ha sido cordial, y tan es así que Biden llegó al AIFA, y se trasladó junto al presidente mexicano al centro de la Ciudad de México.
Así pues, esta visita de Joe Biden a México debe entenderse como un nuevo triunfo del gobierno que encabeza López Obrador.
