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Samuel Cantón Zetina
En la sucesión presidencial, Andrés Manuel López Obrador ha proclamado el fin del “dedazo” y garantizado piso parejo en MORENA, pero ahora la apertura amenaza con rupturas antes de tiempo, y a la conducción sin control del mecanismo, de allí que tal vez Palacio Nacional tenga que echar mano de la reversa o del “punto muerto”.
Los ánimos entre las “corcholatas” se están exaltando, dicen los expertos que por la excesiva anticipación del banderazo, y eso no tiene contento al paisano ni favorece a los intereses del partido.
Hay roces por la propaganda -“todos la hacen”: Sheinbaum-, y “ruido” como la propuesta de Marcelo Ebrard de que todos renuncien a los cargos antes de las encuestas, o el lamento de Ricardo Monreal de que no es tratado “como hermano” por Obrador.
De acuerdo a la ley, los suspirantes tendrán que dejar el puesto antes del 2 de diciembre de este año.
Ebrard presiona para que sea antes de las encuestas, que empezarán -según dijo Mario Delgado- en primavera.
Son “rounds de sombra” entre ellos, pero ha habido algunos “llegues” con AMLO: de Ebrard, al poner en duda que haya piso parejo, o de Monreal, amagando con irse a otro partido.
Obrador sostuvo que no hay favoritismos, y en su respuesta al zacatecano, fue más explícito: “Que si no gano la encuesta, ¿me voy? Sigue tu camino…”.
El calentamiento de las “corcholatas” es atizado por la abierta participación, tomando partido, de los gobernadores y alcaldes importantes.
Los confrontan también las encuestas, y en tanto Monreal -el “fantasma de la familia…”-
las rechaza y pide otro método de selección, el canciller las acepta, pero agregando una externa propia de cada uno.
Ebrard, quien anunció gira por los 300 distritos, sí ha tenido éxito, en cambio, con su iniciativa de que haya uno o más debates entre las taparroscas guindas.
¿Será demasiado tarde para jalar las riendas?