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Jorge Gómez Naredo
Las conferencias de prensa matutinas del presidente Andrés Manuel López Obrador son un ejercicio inédito no sólo en México, sino en todo el mundo. Y es que pocos mandatarios se atreven a enfrentar, todos los días a los reporteros.
Las mañaneras no solo son un arma de comunicación para enfrentar la guerra sucia de la derecha y de sus voceros. También son espacios de politización de la ciudadanía. Y es que miles y miles de personas abreva de las conferencias de prensa matutinas los temas a discutir en sus entornos familiares y sociales.
Sí, las mañaneras han servido para que la gente discuta de temas políticos, sociales, culturales y mediáticos, y no solo tenga la versión de los medios de comunicación tradicionales (como son la prensa, el radio y la televisión) o de las redes sociales.
Las conferencias de AMLO, pues, sirven para defender la 4T y para establecer la agenda pública, esa que antes era impuesta por los medios de comunicación. Ahora no nace de ellos, sino que emana de las mañaneras y de las discusiones que la gente tiene sobre estas durante el día.
La oposición y los medios de comunicación hegemónicos no han sabido cómo contrarrestar las conferencias matutinas. Han buscado estigmatizarlas, denigrarlas, indicar que ahí se miente o que son shows, pero todos esos intentos han fracasado, y es que la gente espera, muy tempranito, que su presidente le informe lo que sucede en el país.
Por eso, las conferencias de prensa matutinas no solo son un mecanismo de defensa mediática de la 4T, sino que también son una escuela donde el pueblo
acude para politizarse. Y un pueblo politizado, es muy difícil de engañar. Por eso la derecha odia las mañaneras. Las detesta.
