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Antonio Attolini Murra
Lilly Téllez quiere ser candidata a la presidencia de México. Una periodista tramposa y sumisa al poder político, del cual fue cómplice y abyecta servidora: el caso Paulette en el Estado de México y la entrevista a Peña Nieto en el marco del aniversario del FCE en 2013 dan prueba de ello. El PAN se emociona y la alienta a seguir.
Enrique de la Madrid busca la misma candidatura junto con otros cuantos entusiastas del PRI que buscan ganar algunos seguidores en Twitter haciendo anuncios de la misma naturaleza. No tiene otra cosa más que un apellido y cero miedo al ridículo. El PRI ni lo reconoce ni lo descarta: están ocupados en salvar la carrera y reputación de Alito Moreno y su séquito.
Que así sigan: desorientados y sin proyecto, echados en la hamaca, mientras nosotros seguimos transformando al país. No podemos ceder ni un solo centímetro del terreno ganado con la lucha electoral y moral a los testaferros de la oligarquía. Que las diferencias al interior del movimiento nunca den pie a la instauración de una Santa Inquisición que concentre más sus energías en ‘cazar brujas’ que en resolverle a la gente
sus problemas cotidianos.
No somos iguales, no solo es una declaración de principios, sino también una hoja de ruta práctica que exige demostrarlo con hechos todos los días. Por eso digo: no me interesa la última declaración de Monreal, ni la última foto del Instagram de Marcelo, ni la postal de Adán Augusto o si Claudia Sheinbaum se va a casar o no.
Quiero saber en qué consiste ‘continuidad con cambio’ y hacia dónde vamos a seguir una vez que demos paso a la segunda etapa de la Cuarta Transformación de la Vida Pública de México.
