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Antonio Attolini Murra
Durante 96 años hemos tenido un gobierno en el estado de Coahuila que no ha cambiado de partido político. Hemos atravesado por momentos en
donde el desarrollo de infraestructura, la conectividad carretera y ferroviaria, así como la cercanía con Estados Unidos, hicieron de nuestro estado un
boyante polo de desarrollo.
Sin embargo, tenemos también en nuestro pasado reciente la guerra contra el narcotráfico, el abuso policiaco de las corporaciones estatales, el abandono de la industria y la expansión del modelo maquilador de trabajo mal pagado y explotador.
Hay una forma de vivir en el estado de Coahuila que no alcanza a liberar el máximo potencial de los hombres y mujeres que han nacido y muerto viendo al Partido Revolucionario Institucional (PRI) mal gobernar su tierra.
Tenemos una oportunidad de lograr que en un pedazo de tierra -que es más bien un lienzo de sueños sin terminarde nuestro país pueda tener el cambio
que merecemos para poder ser felices.
Cualquier regateo a este sueño, cualquier menosprecio que imponga la subjetividad personal por encima del potencial bienestar colectivo que tiene liberar al estado de Coahuila del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no tiene cabida en esta cruzada.
No cabe, no vale. El cambio ya viene, es inevitable y hay quienes daremos la batalla con la frente llena de sudor, las manos sucias de lodo y la espalda rota de tanto cargar con los sueños y esperanzas de un pueblo.
Pretender parar el cambio en el estado de Coahuila es como querer construir puertas al mar.