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Mataba perros y gatos por su religión

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Víctor “N” fue detenido luego de que asesinara y desollara decenas de animales al interior de su domicilio.

Redacción Grupo Cantón.

“Tienes que hacerlo, tienes que tomarlo del cuello y con un cuchillo atravesarlo, ¿No te gustaría tener su corazón ensangrentado aun latiendo en tu mano?”, le decía la voz proveniente de su cabeza “¡No, no quiero!”, respondía Víctor “N”.

“Solo obsérvalo, lo puedes tomar de las patas o de la cola y se volverá tan indefenso entre tus manos, ¿No quieres ver sus venas?, ¿No quieres dejar de escucharlos maullar?”, le decía la voz, pero Víctor seguía tratando de no hacerle caso, de convencerse de que no lo haría. “¡Escúchame!, ¡Solo hazlo una vez más!, ¡Su sangre te protegerá y su piel te va a cobijar de ese vacío que siempre has sentido”, le dijo, “¡Ya me tienes harto, no quiero que vivas dentro de mí”, dijo, Víctor “N”, con los dedos entre el cabello y con un rostro de desesperación! Así pasaban varios días sin que la voz en la cabeza de Víctor le ordenara hacer cosas, sin embargo, había días que no solo su mente desencadenó fuertes catástrofes, sino también, las creencias del mismo Víctor.

El joven, de unos 25 años, no era devoto del catolicismo, ni tampoco de alguna otra religión, solo sabe el mismísimo Víctor quién y qué era lo sagrado que él adoraba.

“¡Tienes que matarlo!”, le dijo la voz, aquella tarde noche mientras Víctor, estaba en la privacidad de su habitación, “¡Tienes que hacerlo, tienes que hacerlo!”, repetía una y otra vez la voz en su cabeza, “¡Solo toma el libro y hazlo!, gritó la voz. “¡Cállate!, ¡Cállate! ¡Por favor!”, le decía a la voz, hasta que Víctor ya desesperado y frustrado dijo: “¡Ya no puedo más!”, así que tomó el libro lo abrió y comenzó a reunir todas las herramientas que le pedía para iniciar el ritual que lo conectaba con aquel santo, pues solo cuando lo hacía, aquella voz dejaba de escucharse. Velas, plumas, agua y fuego, eran los elementos que no podían faltar, además de la hermosa estrella de David de cinco picos, la cual dibujó en su habitación, y la sangre de un animal.

Fue así como prendió la vela la cual resplandecía en uno de los cinco picos, después se levantó y se dirigió a la sala, lugar donde se encontraba el gato que días antes había capturado a unas cuadras de su domicilio, ubicado en la alcaldía Venustiano Carranza. Lo tomó del sillón y se dirigió a su habitación, se puso en el centro de la estrella y lo tomó de las patas.

Los chillidos del desesperado animal se escucharon en toda la habitación, mientras que, en la mente de Víctor, la misma voz de le dijo “¡No te detengas!, ¡hazlo!” y con toda la fuerza de su mano encajó el cuchillo en la panza del pobre animal, el cual comenzó a maullar cada vez más fuerte mientras se retorcía en sus manos.

Una y otra vez encajó el cuchillo en el pobre animal, hasta que los intestinos ensangrentados cayeron dentro de la estrella, sin embargo, no podía aguantar la mirada de aquel felino y en un arranque de desesperación lo degolló.

Varios vecinos que escucharon muchas veces los aullidos de desesperación de gatos y perros, llamaron a la policía, cuyos elementos arribaron al domicilio del hombre y encontraron su habitación ensangrentada y la piel de un perro colgada en la ventana, además de una cabeza de gato tirada afuera de su hogar.

 

 

 

 

 

 

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