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Echados en la hamaca | Salario justo, país digno

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Antonio Attolini Murra 

No se le puede regatear ni un ápice de mérito al Gobierno de México por la sostenida alza al salario mínimo. ¡Pero ni tantito! El anuncio del histórico incremento del 20% para 2023 (pasando de $172.87 pesos al día a $207.44 y en la frontera norte de $260 pesos a $312) es producto de la convicción del Presidente y de su gobierno en apoyar a los trabajadores de México.

Durante más de 30 años la CONASAMI, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, acompañó a la larga noche neoliberal en México de manera majadera y perniciosa para los trabajadores. Si los anteriores gobiernos hubieran querido, lo habrían logrado. Y es que eso es lo que debe resaltarse: el salario mínimo es una determinación arbitraria (política) por parte del gobierno que se consensúa con los representantes del sector obrero y patronal. Nadie los acusa de
no ponerse de acuerdo, sino de hacerlo en contra de la clase trabajadora y a favor de los extractivistas y rentistas que saquearon este país.

Al inicio del sexenio el salario mínimo era de $88.36 pesos. Hoy rebasa los $200 pesos. En 2018 en México nueve millones de personas ganaban un salario mínimo. Hoy son casi 19 millones de personas. Díganme por favor qué empresa ha quebrado, qué insurrección se ha financiado, qué colapso financiero se ha provocado a partir de dignificar al trabajador y responsabilizar al patrón de cumplir lo que la ley marca.

NINGUNA

Por cierto, todos los programas del bienestar están vinculados al salario mínimo: crecen las becas para estudiantes y aprendices, crece la pensión para adultos mayores, crece el apoyo para madres solteras y madres de niños con discapacidad.

Mientras tanto, la oposición se pelea por contar cuánto tiempo le toma a un policía del Metro de la CDMX quitar un cartel.

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