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Jorge Gómez Naredo
La oposición y sus voceros en los medios de comunicación han querido, por todas las vías posibles, colocar la manifestación del pasado 13 de noviembre a favor del INE como un hecho histórico que cambió de forma radical e irreversible el tablero político en México y que, inexorablemente, desembocará en la
debacle de Andrés Manuel López Obrador y de la cuarta transformación.
Hay quienes han apuntado que la marcha fue una de las más grandes que ha habido en la historia en este país. Por ejemplo, Vicente Riva Palacio afirmó en un artículo en El Financiero: “La marcha en la ciudad de México, donde cientos de miles salieron a las calles en una de las manifestaciones más concurridas del siglo”.
Hablan de parteaguas, de que la oposición despertó, de que surgió un movimiento y que nadie lo detendrá. Pero, ¿realmente es así?
Aquí cuatro puntos que me parece contradicen el optimismo de la oposición:
A) La marcha estuvo basada en una mentira: nadie quiere desaparecer al INE ni extinguir la democracia. Lo que se busca es consolidar nuestro sistema electoral, hacerlo menos oneroso y más ciudadano. Las mentiras no duran siempre, y son endebles.
B) La marcha se basó, además de en mentiras, en clasismo y racismo. Para la mayoría de los asistentes, AMLO es un loco que es seguido por millones de ignorantes que son comprados con migajas. La cuestión es que, esos ignorantes y comprados son mayoría en el país, y ven la postura de quienes se manifestaron. Mas que simpatías, el clasismo evidenciado muestra desprecio.
C) La marcha no se traduce en votos para la oposición. Además, hubo, aunque lo nieguen los organizadores, acarreo de personas. Y mucho.
D) No hay alguien que haya encabezado. Es decir, la oposición no la puede usufructuar electoralmente.