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Abraham Mendieta
Aprovechando que el Zócalo quedó desierto este pasado domingo, porque los opositores no se atrevieron a marchar hasta el corazón de la CDMX como les había sugerido el Presidente López Obrador, no perdió la oportunidad el mandatario de llamar a llenarlo como mejor sabe: convocando a una marcha que iniciará en el Ángel y que concluirá en la gran plancha el próximo domingo 27 para enunciar su ya tradicional informe de gobierno.
Y es que no es casual, pues fueron los opositores quienes cometieron el grave error de jugar en el terreno favorito del Presidente: las calles. Esas mismas que lo dotaron de fuerza y legitimidad durante décadas para enfrentar fraudes, calumnias y ataques.
Un espacio en el que López Obrador se siente muy cómodo, y que siente como casa propia, pero que los propios opositores reactivaron como escenario para la política nacional.
Y tan cómodo se siente, que él mismo marchará junto a quienes lo han acompañado en una lucha social que nació en Tabasco y que llegó a todos los rincones del país.
Una marcha en la que no habrá consignas racistas, clasistas, ni de odio; un recorrido en el que no tendremos que caminar de la mano de mapaches electorales como el tramposo Roberto Madrazo, la cuestionada Elba Esther Gordillo, el decepcionante Vicente Fox o la recolectora de firmas falsas Margarita Zavala. Una marcha en la que no se cuidarán los privilegios, ni altos salarios de ningún funcionario, sino las millones de pensiones que hoy reciben los adultos mayores y las millones de becas que hoy reciben los estudiantes.
Y sí, lo celebramos también quienes no las recibimos, porque sabemos que la función principal de un Estado es cuidar y abrazar a su gente honesta y trabajadora.
