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Jorge Gómez Naredo
Ayer la oposición salió a las calles para “defender” al Instituto Nacional Electoral (INE). Las consignas que emitieron están basadas en una mentira, pues nadie ha planteado desaparecer al órgano electoral. Lo que se busca es una reforma que fortalezca nuestro sistema democrático.
Ahora bien, la marcha de ayer evidencia que sí, que hay un grupo de personas que rechaza al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Ayer, en la marcha, había muchas personas que pertenecían a la clase alta mexicana, la cual piensa que el actual gobierno está haciendo todo mal y que debe acabarse ya sí o sí. Esa gente muestra, además de mucho clasismo, mucho odio.
Hubo también gente que el PRI, el PAN y el PRD acarreó. Digamos que son las bases de esos partidos políticos. Unos iban convencidos. Otros nada más tuvieron que ir. También marcharon muchos integrantes de la clase media que piensa que Andrés Manuel sí es un dictador, y que creen que marchar es una forma de impedir que el “autoritarismo” avance en México.
No se puede minimizar que la marcha de ayer, fue el músculo mostrado por la oposición, y que por primera vez lo hicieron en la calle y de forma unida.
Por supuesto que su fuerza es muchísima menor a la de Morena y a la de AMLO, pero tampoco se debe invisibilizarlos. Están ahí, sin rumbo, llenos de mentiras, clasismo y odio, incapaces de llenar el Zócalo, pero ahí están. Al final, la marcha de ayer fue la voz de quienes, durante años, se sintieron dueños del país.
El mensaje que enviaron es que están unidos y que quieren regresar a acabar con todo lo que el gobierno de AMLO significa y ha logrado. El pueblo no se debe dejar.
