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Ana María Vázquez.
Fobaproa fue el nombre con que el gobierno de Carlos Salinas comenzó el rescate industrial y bancario que detonaría con Ernesto Zedillo y que ha mantenido a los mexicanos con un adeudo impagable desde entonces. Bajo este concepto, se restructuraron adeudos, se perdonaron otros y se enriquecieron a otros tantos.
Los archivos originales permanecen sellados, sin embargo, las actas de procesos, aunque difíciles de rastrear, aún pueden encontrarse. Es relevante leer en reiteradas ocasiones el nombre de Carlos Salinas, el de Alejandro Junco como asociados o miembros del consejo de empresas rescatadas, también destaca el de Claudio X. González Laporte (en ese momento asesor de Carlos Salinas y entonces accionista de Grupo Serfín); su hijo, Guillermo González Guajardo, el de Antonio Chedraui o el de Alejandro Junco (Grupo Reforma), todos ellos miembros de la hoy respetable cúpula dorada de México.
Una empresa que figura entre las rescatadas de entonces te sonará familiar: Salinas y Rocha, quien en 1997 recibió recursos por segunda vez para la reestructuración de un adeudo que sumaba entonces 4 mil millones de pesos (de los de antes), ante el impago, la empresa fue puesta en manos de un agente financiero para su venta, sin embargo, en 1999, es decir, 2 años después, Grupo Elektra, quien para entonces ya era el principal accionista de TV Azteca y cuyo dueño es Ricardo Salinas Pliego, adquirió el 94.3% de las acciones de dicha empresa.
Extraño, inexplicable, mágico o muy turbio que en dos años se haya recomprado y saneado una empresa que estaba en quiebra financiera. La danza de los millones que inició con Carlos Salinas (ahora súbdito español por su reciente nacionalidad) y concluyó con la anuencia de Ernesto Zedillo, condenó a los mexicanos a pagar desde entonces y hasta quién sabe cuándo, por la buena vida de los que hoy gozan con la explotación del 53% de la riqueza nacional, contando para ello con suprimir los subsidios hasta de lo más indispensable, como la tortilla, que en ese momento era el único alimento que algunos podían llevarse a la boca y que por su encarecimiento condenó a muchos a la miseria. Urgiría una revisión del adeudo que tenemos los que no pedimos ese préstamo, ni reestructuración. Urgiría que se hicieran públicos los archivos para saber quién exactamente le quitó el pan de la boca a los mexicanos.