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Manifiesto | Una alianza desigual

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Abraham Mendieta.

A nadie escapa que el proyecto de alianza opositora, que unió de manera electoral, política y legislativa al PRI con el PAN/ PRD fue una opción desesperada que buscaba salvar el mayor número de gobiernos estatales posibles de cara a la elección intermedia de 2021, siempre con el patrocinio y el aplauso del patrón Claudio X.

A pesar de ello, el socio mayoritario de la alianza, el PAN, se agandalló en solitario las candidaturas en los estados donde la victoria opositora era más probable:

Querétaro y Chihuahua, sin tener la generosidad de invitar a sus nuevos socios a los ejecutivos estatales, y dejando a la alianza opositora sin una sola victoria importante en 2021, más allá de algunas alcaldías en la CDMX y ciertos distritos electorales.

El propio diseño de esta alianza, estuvo construido pensando en que en el resto de estados, no habría posibilidad de ganar a Morena, y al menos, de esta forma, la diferencia electoral no sería tan humillante, un precepto electoral que ni siquiera se cumplió en 2022, donde el PRI perdió por goleada dos de sus bastiones: Oaxaca e Hidalgo, sin que la suma de un PAN residual pudiera hacer nada por evitarlo.

Es evidente que el gran perdedor de esta alianza, que le costó al PRI casi una decena de gubernaturas, fue el tricolor, lo que los llevó a repensar la estrategia, tanto legislativa (huyendo de una absurda huelga legislativa que la ciudadanía nunca entendió) y exigiendo imponer a su candidato en sus últimos bastiones: Coahuila y Estado de México. Si en 2023 hay alianza, será en los términos que el PRI quiere, pues la subordinación al PAN casi lo hace desaparecer. De igual manera, y si bien les va, lo máximo a lo que pueden aspirar es a seguir perdiendo lo menos posible.

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