32 lecturas
Ricardo Sevilla
Ayer, después de que en mi cuenta de Twitter exhibí a Lilly Téllez, la senadora panista estalló contra mí y, después de llamarme “ignorante”, se fue a la yugular de la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum y de la secretaria de Seguridad Pública, Rosa Icela Rodríguez, llamándolas “miserables”.
Entiendo que a los falsarios y a los hipócritas les enoje ser exhibidos como lo que son: personajes mentirosos y farsantes. Pero lo que me cuesta un poco más comprender es que Lilly Téllez no se moleste en guardar las formas de lo que se supone que es: una senadora
de la República. Y es que Lilly Téllez, como senadora que es, debería estar presentando iniciativas de reforma de leyes, propuestas, puntos de acuerdo y votos particulares en favor del pueblo de México. Se supone que esa es su función principal. Y digo que se supone, porque no lo está haciendo. Ella está en otra cosa. Está nadando en su narcisismo y no le importa dar la batalla por el pueblo de México.
Lilly Téllez debería estar participando en sesiones, reuniones, debates, discusiones y votaciones que ayuden al crecimiento de este
país. Pero ella prefiere defender sus causas y no las de la gente. La expresentadora de noticias está empeñada en seguir viviendo en su burbuja de privilegios. Y eso no debe suceder. La señora Téllez, por el bien de la democracia, debería controlar su flamígero carácter y su lengua viperina.
No es bueno para la democracia que una legisladora quiera pasar por encima de la razón y los argumentos. Pero ¿sabe qué es lo más delirante de todo esto? Que la panista ha despotricado y votado en contra de que la Guardia Nacional realice labores de seguridad hasta 2028, pero, eso sí, exige que cuiden a su familia. Y cuando alguien la exhibe, la señora pierde los estribos y dice que los integrantes de Morena son unos delincuentes y son unos narcotraficantes. Lo más burdo y paradójico es que Lilly Téllez le está negando a los mexicanos lo que exige para ella y su familia.
