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Arreando al Elefante | Ese gran pulpo de la corrupción

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Ana María Vázquez

Cuando se empieza con una investigación que parecería tener dos o tres redes, largas pero a fin de cuentas dos o tres, y pasas horas desentrañando la maraña mientras vas uniendo puntos, locaciones datos y fechas, de pronto surgen nombres aparentemente intrascendentes que, sin embargo, al rastrearlos, te hacen dar con otra y otra maraña de complicidades cada vez más difícil de desentrañar, ya que la punta de la hebra liga diversos actos delictivos ampliamente conocidos y que en apariencia no tienen conexión; entonces vuelves sobre tus pasos, rebuscas y la novela de terror, corrupción y crimen se va ampliando más y más hasta que casi enloqueces.

No puedo decir cuál es específicamente el tema en el que hurgo, lo que sí puedo contarte es que es una labor penosa, frustrante y que involucra cargos públicos con el crimen organizado, viejos procesos que ahora salen a la luz de gente que ha sido torturada y permanece presa. ¿Cuántos no habrá así en el país?

Bajo expedientes que se empolvan y reos que han demostrado mediante el Protocolo de Estambul la tortura que los hizo negar su inocencia, pero que la burocracia legal, los contubernios o el dinero no han permitido que esta gente pueda gozar de la justicia pronta y expedita que marca la ley ya que cuando los encarcelaron, pareciera que era bajo la consigna de “tirar la llave”, mientras que los verdaderos culpables
gozan de “cabal salud”, con sus negocios “lícitos” (amañados), sus contubernios y el presupuesto del moche que seguramente seguirán recibiendo los encargados del “llavero olvidado”, ese cuya cerradura de libertad será la consigna para mantenerlos en prisión, ya sea por venganza, por cubrir delitos mayores o por cumplir con la cuota, que, tristemente aún persiste.

No hay nada más loable que una Presidencia decidida a terminar con la corrupción, pero ¿cómo?, ¿cuándo se asienta en cada rincón, en cada institución, en cada Ministerio Público, en cada abogado? Sin
ánimo de generalizar, lo cierto es que el elefante está aun demasiado reumático y que los esfuerzos del presente gobierno deberán ser replicados y más aún, ser objeto de absoluta continuidad para que este
elefante que es el país, pueda caminar adecuadamente hacia la igualdad ciudadana y el pleno derecho y justicia que todos merecemos.

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