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Ricardo Sevilla
Dicen que el que se enoja pierde y los opositores al gobierno del Presidente López Obrador están muy enojados, ergo: ya perdieron. Y perdieron en todas partes: en el debate, en las propuestas, en la credibilidad y en la política.
Por más que intenten piruetas verbales para encubrir su frustración, lo cierto es que su ofuscación los sofocó. Y es que cualquiera con dos dedos de frente sabe que el prejuicioso vive siempre encadenado la retórica, a la declamación, al disparate y a la hipocresía.
Pese a que son incapaces de salir a convivir con los ciudadanos comunes y corrientes, estos telectuales (emanados y caducados en la anquilosada televisión) intentan desesperadamente inocularle su “verdad” al pueblo. Pero el pueblo, que es sabio, aunque ellos se nieguen a aceptarlo, ha decidido mandarlos a la goma. Ya no les cree nada. Los Krauze y los Aguilar Camín, que nunca lograron articular una frase honesta ni sincera, están de capa caída.
Ningún artilugio verbal puede sacarlos de su atolladero. Y la gente lo sabe. Para estos personajes aparatosos todo fue, siempre, una mascarada retórica. Durante sexenios se dedicaron a participar en mesas y foros de “análisis” onanistas. Y ahora está ahí, solos, mordiéndose las uñas de rabia.
Los viejos armatostes con los que disfrazaban
su oquedad ya no funcionan. Antes, entre ellos se repetían fórmulas y clichés. Durante años, en esos encuentros donde absurdos hablaban con jergas impenetrables y apuraban evasiones enfermizas
de la realidad, se sintieron cobijados. Y como
nunca aprendieron a frenar la pedantería, ahora se encuentran ahogándose en su vómito retórico. La oposición, hay que decirlo enfáticamente, no está siendo víctima de “la opresión de un dictador”, como cacarean por aquí y por allá.
En todo caso, están siendo víctimas de su
desdén hacia el pueblo, de sus prejuicios, de sus inercias heredadas y jamás superadas. Como nunca fueron oposición, están, más que desconcertados, extraviados. Y así seguirán, extraviados en sus propios foros, repitiéndose los mismos tópicos sobados.
Y el pueblo, ese pueblo que tanto han abandonado, desairado y caricaturizado, no cejará de hacerles memes y satirizarlos durante su largo ocaso.