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Periodismo subjetivo | Los mexicanos que lloran a Isabel II

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Jorge Gómez Naredo

El jueves pasado murió la reina de Inglaterra, Isabel II, y de repente muchos mexicanos, más que mexicanos, parecían súbditos de la realeza británica.

Muchos afirmaron que “sentían” la pérdida de una “figura” tan importante en la “historia del mundo”.

Otros compartieron imágenes de Isabel II de joven, y escribían frases adulatorias. Incluso la conductora
de radio, Martha Debalye, lloró por el fallecimiento de la reina, y sólo pudo decir (en inglés, claro está) “Dios, salva a la reina”.

La monarquía en Gran Bretaña -como todas las monarquías- es una institución que ya no debería existir. Como humanidad, ya superamos el pensar que una persona debe gobernar por la gracia de Dios. Es absurdo. Son otros tiempos y la monarquía es algo caduco, rancio.

Sin embargo, para muchos mexicanos, la reina de Inglaterra pareció (al menos al conocer la noticia de su fallecimiento) como su reina, como si nos uniera algo con ella y el imperialismo que representó.

La cuestión es que esta “admiración” por la reina en realidad es parte del aspiracionismo de ciertos grupos de la sociedad mexicana, que piensan que lo real es algo que otorga prestigio y que se debe admirar.

La reacción de muchas personas en México al fallecimiento de Isabel II fue la reacción de una clase social que apuesta por sus “raíces europeas”, y que pretende que por eso es “distinta” al común de los mexicanos.

Pero no sólo es “aspiracionismo”, es algo mucho más profundo: es una cultura de colonización que no hemos superado, y que ante “lo europeo”, lo “blanco” y lo “rubio”, ciertos mexicanos se sienten en la necesidad de hincarse.

Y ese pensamiento -así como la monarquía- está completamente fuera de lugar. Rancio. Caduco.

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