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Ana María Vázquez
Quizá la fecha te remita por supuesto a las Torres Gemelas, sin embargo, hace 49 años, un hecho conmocionó a Latinoamérica. El golpe de Estado en Chile, en el que, con la ayuda de Estados Unidos, y la traición de Augusto Pinochet, fue asesinado Salvador Allende luego de varias horas de sitio y bombardeos al palacio de la Moneda.
“Esta será, seguramente, la última oportunidad
en que me pueda dirigir a ustedes. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida, la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza, que la semilla que entregamos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser sesgada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen, ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos. Pero que aprovechen la lección; el capital foráneo, el imperialismo, unido a la reacción del mismo sector social que hoy estará en sus casas, esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios.
Seguramente radio Magallanes será callada y el metal tranquilo de mi voz no llegará a ustedes, no importa, lo seguirán oyendo. Siempre estaré junto a ustedes. Trabajadores de mi patria: tengo fe en Chile y su destino. Superaran otros hombres este momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo, que mucho más temprano que tarde, de nuevo, abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores!”.
Fue el último discurso radial de un presidente que, víctima de la traición, sucumbió, se dijo entonces, de un suicidio, lo cierto es que fue un asesinato.
Augusto Pinochet se implantó de inmediato y entregó al país a la represión, sangre y muerte. Hoy no faltan los que en regímenes democráticos como el que vivimos hoy en México, se valen de la traición para vender lo que en un tiempo juraron defender.
Un presidente que buscó el cambio social a través del humanismo fue depuesto y el pueblo masacrado.
Hoy este país hermano no deja de sentir la represión, el pueblo que se manifestaba
en las calles en memoria de Allende fue reprimido por su actual mandatario, Gabriel Boric, realmente a muy pocos les interesa perder la hegemonía que tienen sobre Latinoamérica. Los traidores, los represores y ambiciosos no tienen nacionalidad, pero podría asegurarte que los peores, están en Latinoamérica.